Ajedrecista fue asesinado por sicario

Sicario asesinó a ajedrecista en Villa El Salvador. La familia de César Nieto asegura que fue amenazado por el caso de un taller mecánico

Foto y video: América Noticias

Era un talentoso deportista, un campeón del ajedrez que construía estrategias sobre un tablero que deslumbraba con sus jugadas a cada uno de sus contrincantes. Un hombre con una gran habilidad en el deporte, la ciencia y con una destreza en la mecánica.

César Augusto Nieto Paucar, un padre de familia, se convirtió en una víctima más de despiadados sicarios, que lo asesinaron a quemarropa, dejando a dos hijos en la orfandad y a una esposa sumergida en el dolor. A muy temprana edad quedó rendido por el ajedrez, y desde que aprendió este juego de destreza descubrió su más grande pasión. Según su familia, a donde él iba siempre llevaba consigo su tablero y sus piezas, las que cuidaba con amor.

Le gustaba estar en forma y verse bien, por lo que en más de una fotografía hacía gala de su buen estado físico. Era un hombre multifacético que soñaba con comerse el mundo, siempre buscando superarse constantemente. Por ello, todos los años se especializaba, llegando, así, a acumular una decena de certificados que acreditan su preparación en el ajedrez.

Su esposa aún guarda cada uno de los reconocimientos que obtuvo Cesar; sobre una mesa muestra con orgullo estos diplomas que muestran lo que él era. En sus ratos libres practicaba karate, un deporte que hace tres meses empezó a realizar. Por las noches, Cesar agarraba su uniforme blanco y se iba a la academia a aprender sobre este arte marcial que lo había cautivado.

Ese terrible día, una cámara captó el accionar del sicario. Minutos antes del crimen, en escena aparece una moto con dos ocupantes; esos serían los homicidas. Tras el ataque Cesar murió instantáneamente; su cuerpo quedó tendido en el suelo con tres impactos en el pecho.

Su entorno más cercano sospecha que su terrible muerte tendría que ver con problemas que Cesar tenía por el taller mecánico, a pesar que la propiedad le pertenecía, un predio que tras su asesinato luce aún cerrado.

Estos son audios que la misma víctima grababa del hostigamiento que sufría por parte de unos familiares. Los mismos que al parecer estuvieron en el momento de su homicidio. Al dolor de haber perdido a su adorado esposo, quien era el sustento de su familia y con quien compartió 30 años, se suma la impotencia de no saber quiénes asesinaron a este mecánico y profesor de ajedrez.

Para Cesar sus hijos eran su adoración; por ellos es que día a día siempre se esforzaba por ser mejor persona. En fotografías podemos verlo en almuerzos, salidas y paseos junto a ambos. Era un padre orgulloso y amoroso que vio a sus hijos campeonar en el llamado deporte ciencia, ese que él tanto amaba. 

Hace 3 meses decidió incursionar en el karate, donde de vez en cuando salía junto a un grupo de jóvenes a entrenamientos en la playa. Además de ser un profesor de ajedrez que había creado una academia donde preparaba a semilleros de esta disciplina, también era un hábil mecánico considerado por sus clientes como un mago.

En más de una instantánea lucía una apariencia seria, pero según sus seres queridos era un hombre de buen corazón, siempre dispuesto a ayudar. El día de su velorio, los alumnos de uno de los colegios donde enseñó le rindieron un sentido homenaje. Todos vestidos con sus uniformes despidieron a su querido profesor.

Antes de darle el último adiós para siempre, su ataúd recorrió la mecánica a la que le dedicó cuerpo y alma Y en la que, lamentablemente, terminó, encontró la muerte. Su esposa exige justicia por el asesinato del hombre con el que tantos años compartió y el que era el amor de su vida. Pues siente que no solo se ha quedado con el corazón roto, sino también con una tristeza que no sabe si algún día podrá superar.

Ahora, a esta mujer solo le queda aferrarse a las fotografías de su querido Cesar, de ese profesor ejemplar de ajedrez, karateca apasionado y diestro mecánico del que estaba orgullosa y al que lamentablemente terminaron matando sin piedad.

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