Malos tratos en Camerún, prisión en España y mendicidad en Francia. Así se labró el camino rumbo al octágono de Francis Ngannou. El niño que picaba piedra en una mina mientras soñaba con ser Mike Tyson se convirtió en el golpeador más poderoso del mundo.
El camerunés Francis Ngannou se medirá nuevamente al estadounidense Stipe Miočić la madrugada del sábado al domingo por el título del peso pesado de la UFC en Las Vegas, Estados Unidos.
Creció en la pobreza y vivió la violencia doméstica que ejercía su padre en su familia. El posterior divorcio y la precariedad económica durante su niñez hicieron que Ngannou tuviese una infancia solitaria. Aquel niño con dinamita en los puños nunca terminó de encajar.
A los 12 años tuvo que dejar la escuela y comenzar a trabajar en una cantera para mantener a su familia. La ética de trabajo que mostró desde joven marcaría, sin él saberlo, su futuro en el deporte.
Al verse rodeado de “piedras y gente con hambre”, tal y como él afirma en una entrevista para la UFC, tomó una decisión. Comenzó a perseguir el sueño de su vida: ser campeón mundial de boxeo, como su ídolo.
Tras 10 años trabajando en la mina lo dejó y vendió su motocicleta, su posesión más preciada, para poder comenzar a entrenar en un gimnasio. Desgraciadamente, las cosas no fueron como él esperaba.
Un año de entrenamiento después contrajo hepatitis B. El alto precio de la medicación hizo que tuviese que abandonar su sueño para volver a Batié, su ciudad natal, para recuperarse con su familia. Pese al duro golpe que supuso, Ngannou no arrojó la toalla.
Viendo que Camerún no le ofrecía las posibilidades de conquistar sus sueños, puso rumbo a Europa apostando todo a nivel económico y personal. Cruzó ilegalmente la frontera hacia España y pasó dos meses encarcelado por ello, tras un breve periplo vagando sin rumbo ni destino, llegó a París.
Solo, sin dinero y durmiendo en las calles de la ciudad de las luces, así se comenzó a escribir a la historia de uno de los debutantes más mediáticos de la historia de la UFC. Tiempo después de vagar por las calles logró que le dejaran trabajar en la cocina de un banco de alimentos para poder comer.
Un golpe de suerte por fin hizo que Ngannou empezase a ver brotes verdes. El director de la cooperativa era amigo de Fernand López, dueño de MMA Factory, uno de los mejores entrenadores de MMA y Boxeo de toda Francia.
Su aparentemente imposible sueño, comenzaba a tomar forma. Impresionado por el talento de Francis, López no solo le dejó entrenar gratis, sino que le facilitó todos los materiales necesarios para ello y tener refugio para dormir en el propio gimnasio.
El técnico además le presentó la disciplina que le sacaría de los suburbios, las Artes Marciales Mixtas. Ngannou no tenía idea alguna de que trataba y era bastante reticente a abandonar el boxeo, pero al ser la fuente más rápida de dinero para salir de la calle acabó aventurándose en ella.
Tan sólo unos meses después debutó sorprendiendo a todos, incluso a sí mismo. La transición hacia la jaula había comenzado. Tras apenas dos años entrenándose debutó en la UFC.
Ngannou hizo de su aparición en el octógono un auténtico estruendo. Su poder finalizador le puso inmediatamente en el foco mediático como una de las grandes sensaciones, no solo del peso pesado, sino de toda la compañía.
El ‘Depredador’, como comenzó a ser llamado, se había ganado a pulso una oportunidad por el oro de la UFC. Ganó todas sus contiendas en menos de dos minutos por ‘KO’ y estableció la marca del golpe más poderoso del mundo. El UFC Performance Institute cifró su devastadora derecha en 96 caballos de fuerza.
“Es equivalente a ser golpeado por un Ford Escort yendo a máxima velocidad”, afirmó el propia Dana White, dueño de la UFC.
El revuelo mediático y las continuas comparaciones con su ídolo acabarían jugando en su contra. Ngannou, sabedor de su poder, pensó que con apenas tocar a su rival lo desharía, nada más lejos de la realidad.
El 20 de enero de 2018 el estadounidense Stipe Miočić frenó al camerunés en su búsqueda por título del peso pesado. La pegada no funcionó en aquella ocasión. El campeón con ascendencia croata venció por decisión.
Dos años después, tras un gran desarrollo técnico y victorias ante Curtis Blaydes, Caín Velásquez, Júnior Dos Santos y Jairzinho Rozenstruik vuelve a tener la oportunidad de medirse por el cinturón. Tiene un récord profesional de 15 victorias -11 de ellas por ‘KO’- y solo tres derrotas.
La jaula de ocho lados nunca miente. Veremos si Ngannou tiene las suficientes armas para vencer a uno de los monarcas del peso pesado más completos de la UFC y escribir con letras de oro el final de su particular odisea. EFE