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La reacción y preparación de sus autoridades y ciudadanos han confirmado que aprendieron de la tragedia del 2007. ¿Cómo estamos en el Perú ante una eventualidad parecida?
¿Estamos preparados en el Perú para un terremoto como el registrado el miércoles en Chile? ¿Somos capaces de reaccionar con la tenacidad que ostentaron nuestros vecinos del sur?
Impactantes imágenes muestran cómo se vivió el terremoto de 8,5 grados en escala de Richter, el segundo más importante en los últimos cinco años para el país sureño. El epicentro se registró a 46 kilómetros de la ciudad de Illapel, en la región de Coquimbo, en la zona centro norte del país, a unos 230 kilómetros de Santiago de Chile y tuvo una profundidad de 11 kilómetros.
Es el tercer sismo de gran envergadura que afrontan los chilenos desde el terremoto el 27 de febrero del 2010, que dejó un saldo de 700 muertos y más de un millón y medio de damnificados. En esa oportunidad, el movimiento sísmico registrado en las costas de Valparaíso y Maule tuvo una intensidad de 8,8 en la escala de Richter, uno de los más intensos de la historia reciente.
Hoy, y pese a las contingencias propias de una desgracia como esta, en el balance global las estadísticas arrojan una experiencia positiva para Chile. Según el ministerio del Interior chileno, el terremoto de Illapel se ha cobrado la vida de apenas 13 personas en todo el territorio de ese país – algunas de ellas, ancianos que por la impresión sufrieron un paro cardíaco.
Dejó, además, 11 personas perdidas, 1594 heridas, 262 viviendas destruidas y 418 con daños severos. En la noche el viernes, se repuso el 90% de servicios básicos de electricidad y agua potable, el 100% de la conectividad aérea y terrestre en Coquimbo.
La experiencia chilena obliga al Perú a revisarla con detalle. Tanto el país del sur como el nuestro se encuentra en una zona particular del mundo: justo en el límite de la Placa de Nazca y la Placa Sudamericana, dos grandes bloques terrestres que intentan avanzar uno sobre otro desde hace millones de años, generando una poderosa presión que, cuando se libera, puede producir un terremoto.
La historia señala que, tarde o temprano, un terremoto de proporciones golpeará alguna región importante en nuestra costa. Que lo que venga nos encuentre preparados. Sin complejos, aprendamos de la experiencia sureña.