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En el 2015, este fenómeno está otra vez frente a nuestras costas desde abril.
Desde el cielo, el desierto piurano de Sechura era un extenso pantano con algarrobos. Los ríos en el norte desbordaron sin control e hicieron suyas las calles como si fuesen sus cauces naturales.
En Costa, Sierra y Selva, la inundación era la nueva postal: puentes destruidos,
poblaciones aisladas por los huaycos, caudales dispuestos a devorar cualquier
asomo de infraestructura. Desapariciones, muerte.
El Niño, de hace 18 años, dejó 3 mil 569 millones de dólares en pérdidas económicas. Según cifras del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) 108 mil viviendas quedaron destruidas, hubo 549 mil damnificados y 73 mil hectáreas de cultivo fueron arrasadas. Fue un Niño cruel y devastador.
Ahora, en 2015, este fenómeno está otra vez frente a nuestras costas desde abril.
Los especialistas aseguran que El Niño de hoy, que ya está en magnitud fuerte,
haría sentir su pataleta de furia en cualquier momento.