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Mujer que sufrió graves quemaduras en bar de Miraflores pide justicia

Una noche de fiesta en un bar se convirtió en pesadilla para Ana, cuando un trago en llamas le dejó el 25% de su cuerpo quemado.

Para Ana Teresa Gutiérrez la imagen lo era todo. 

No en vano estudió marketing y fotografía: el cabello debía estar siempre liso antes de salir, la ropa debía combinar con los zapatos, el maquillaje, siempre, estaba obligado a traducir belleza en ti. 

Pero el destino siempre golpea por donde más duele. Y ahora lo sabe. Parada frente a un espejo, Ana Teresa ha decidido mostrar quién es hoy: una mujer valiente de 36 años, que lleva cicatrices de quemaduras de tercer grado en el 25% de su cuerpo. 

Es una mujer que ha regresado a la vida para contar una historia que le puede pasar a cualquiera. Una historia de desgracia que, increíblemente, no tiene responsables hasta ahora, una historia sin justicia que no para de calcinarla por dentro.

Ana Teresa narra por primera vez lo que le pasó el 22 de diciembre del 2012, hace casi tres años, en Soma Bar, un pub-bar de Miraflores donde ella trabajaba como fotógrafa. 

Ese día, su amigo, Juan Pablo Orellana Otoya, bartender, preparaba un trago en base a “absenta”, un licor altamente nocivo para la salud por su alto contenido de alcohol y que Soma Bar vendía bajo el nombre de el “duende verde”.   

Ella había regresado del baño junto a una amiga cuando vio que en la barra había un vaso, un colador y dos terrones de azúcar en llamas. Se suponía que se iban a derretir, pero eso no sucedió. 

Entonces, Juan Pablo, directamente de la botella, roció el licor otra vez encima del vaso de vidrio y, de inmediato, se armó una bola de fuego.

De acuerdo a las declaraciones que el barman Juan Pablo Orellana Otoya dio a la Fiscalía, él tenía el encendedor prendido en una de sus manos cuando, por segunda vez, bañó de “absenta” a los terrones de azúcar. 

Parte del licor, según indica, salpicó a la llama del encendedor, el vaso se reventó, el fuego se propagó de inmediato y corrió hacia Ana Teresa Gutiérrez y sus dos amigos que estaban mirándolo todo en la barra. 

En cuestión de segundos, Ana se convirtió en una antorcha humana.

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