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Luisa Revilla, la primera regidora transgénero del país

Ella obtuvo 14.800 votos de un pueblo que la eligió como concejal no por considerarlo un personaje pintoresco que apareció en campaña electoral, sino por su silenciosa labor social.

Luisa Revilla es una mujer en un cuerpo de hombre que, en las últimas elecciones municipales, marcó un precedente en la historia política de nuestro país: fue elegida la primera regidora transgénero del Perú en el peligroso distrito trujillano de La Esperanza, desde donde, increíblemente, se abrió una pequeña ventana a la igualdad.

Luisa obtuvo 14,800 votos de un pueblo que la eligió como concejal no por considerarlo un personaje pintoresco que apareció en campaña electoral, sino por su silenciosa labor social.

Es la representante política en el distrito de La Esperanza del coronel en retiro, Elidio Espinoza, líder del Movimiento Regional para el Desarrollo con Seguridad y Honradez, elegido alcalde de la ciudad de Trujillo. Fue él quien la invitó a ser parte de su agrupación política. Y, por supuesto, le llovieron las críticas: ¿cómo una persona de formación castrense podía tener en sus filas a un hombre con ademanes de mujer?, se preguntaban.

Elidio Espinoza, conocido en Trujillo por su drástico trabajo contra el crimen organizado, que lo llevó incluso a ser procesado judicialmente, no escuchó los murmullos de la transfobia social y dejó que Luisa se ganara los votos ensuciándose los zapatos en el arenal de La Esperanza, donde no hay espacio para más marginación que la que deja la explosiva mezcla de pobreza y delincuencia.

Luis Alfredo Revilla Urcia descubrió su identidad de género a los 18 años. Luego de su constante lucha interior fue construyendo la imagen de lo que realmente quería ser en su vida. Estaba cansada de esconderse, del qué dirán, del miedo a su familia.

No es fácil tomar la decisión de ser lo que nadie acepta. Luis es Luisa desde pequeño, desde que su padre lo abandonó, desde que estudiaba en un colegio para varones, desde que era el centro de las miradas, desde que lo llamaban por su apellido y le decían “la Revilla” y no “el Revilla”. Luisa salía a escondidas vestida de mujer, su madre lo intuía, pero no lo aceptaba.

Para Luisa, el Perú necesita una ley de identidad de género para que los “trans” puedan cambiar su nombre y su sexo legalmente, sin el engorroso proceso judicial y sin la necesidad de hacerse una operación. Ese derecho no existe en el Perú. Es por eso que, según las normas, debió juramentar con el nombre que figura en su documento de identidad: Luis Alfredo Revilla Urcia.

Luisa Revilla tiene planeado gestionar la construcción de un albergue para enfermos con VIH. Hay 1,200 casos de infectados sólo en el departamento de La Libertad. Ahora que el alcalde de Trujillo, el coronel en retiro Elidio Espinoza, ha anunciado que erradicará la prostitución callejera en el centro de la ciudad, Luisa se alista para organizar a sus compañeras y explicarles que esa medida se debe ejecutar sin que la Policía vulnere sus derechos.

En el distrito de La Esperanza, Luisa Revilla Urcia no es el sujeto indeseable, el ejemplo peligroso, la oveja descarriada a la que hay que excluir. Luisa representa el voto atrevido, la confianza de un pueblo que es pobre pero de mente abierta, y que está aprendiendo a convivir, aunque en el sendero de la igualdad, aún haya mucho camino por recorrer.

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