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Inseguridad ciudadana: cien formas de morir en Lima
En un puente, en un paradero, saliendo de casa o volviendo a ella. Lima se ha convertido en la capital de las trampas mortales, los accidentes y las balaceras.
La muerte absurda, aquella que ahora se encuentra en cualquier esquina, tiene un nuevo reino: Lima. La ciudad que se ha convertido en más hostil y peligrosa que nunca.
No es pesimismo, pero aquí se puede morir atropellado sin siquiera pisar la pista. La muerte puede llegar en una bala perdida, en la excesiva velocidad de un conductor que se pelea pasajeros por un centavo.
En Lima parece que nadie está libre de una desgracia. Enrejamos nuestras puertas, ventanas, calles. Los niños no disfrutan libremente de los espacios públicos, la incertidumbre es el primer alimento del día.
Según la última encuesta “Lima cómo vamos”, hay una compleja relación entre el ciudadano y su ciudad. La preocupación por la inseguridad ha aumentado de 73% en el 2010, a 82% en el 2014. El transporte público y la contaminación ambiental son los siguientes principales problemas que nos agobia.
Es imposible saber cuándo encontremos la muerte, pero los especialistas sostienen que en una ciudad peligrosa como Lima, todo parece indicar que sus habitantes colaboran para encontrarla más rápido.
Cifras de la Asociación de Víctimas de Accidentes de Tránsito precisan que en el 2014 se registraron en las vías, a nivel nacional, 101 mil 307 accidentes, entre fatales y no fatales. Las causas principales de estas desgracias son el exceso de velocidad, la imprudencia y ebriedad del conductor.
¿Qué hacer para que nuestra ciudad no se convierta en un hoyo social sin límites? La inseguridad es un marcado problema que requiere soluciones inmediatas. Los ciudadanos parecen ir por el camino de individualismo, huérfanos en creencias, invadidos de miedos y eso no es sano para ninguna sociedad.
