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Una planta de tratamiento de Huachipa fue construida para mejorar el servicio de agua en la capital, pero en solo 4 años de funcionamiento sus estructuras han empezado a desmoronarse y sus filtros estarían a punto de colapsar.
Mientras un millón 500 personas siguen esperando que de los caños de sus casas brote agua potable, un estudio revela que los usuarios de Sedapal gastan hasta 250 litros de agua por día.
Esta demanda que motivó que el 2011 se inaugurara la planta de tratamiento de Huachipa, considerada la más moderna y grande de Sudamérica que abastecería a más de 2 millones de habitantes. Pero, cuatro años después, el famoso megaproyecto se está cayendo a pedazos.
El sistema de la planta de tratamiento de agua potable Huachipa entró en licitación el 2007. Un año después, resultó ganador de la buena pro, el Consorcio Huachipa, conformado por la empresa brasileña Camargo Correa y por la compañía francesa OTV.
Veinte días antes de dejar palacio de gobierno, el 8 de julio del 2011, el entonces presidente Alan García Pérez inauguraba la planta de tratamiento Huachipa.
La obra era emblemática, dos millones 400 mil limeños se beneficiarían con este megaproyecto que costó 820 millones de soles. Sin embargo, por donde solo debería discurrir agua, caen piedras de todos los tamaños, cuya precipitación ha originado tres perforaciones que sumadas miden aproximadamente 20 metros de ancho y nueve metros de profundidad.
Esta frustración es mayor cuando se compara con La Atarjea, la primera planta de tratamiento de agua potable de Lima construida en 1956 y que con 59 años sigue siendo la principal fuente de abastecimiento de agua en la capital. ¿Cómo se explica que la Planta de Huachipa construida por Camargo Correa y OTV se esté desmoronando al cuarto año de inaugurada?