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Fuente: Cuarto Poder
Según los ingenieros de Petroperú en la zona, la fisura fue de 11 centímetros por los que se derramaron entre 3 mil y 3,500 barriles hacia la quebrada del Inayo
Quebradas enterradas en petróleo, aguas y ríos contaminados, chacras inservibles y, lo peor de todo, niños y adultos expuestos a una intoxicación tan visible como indignante, resume el desastre ambiental producido en esta zona de Bagua, tras la ruptura de los tubos de petróleo del Oleoducto Nor Peruano.
La tragedia del petróleo en la selva peruana tiene más aristas de las que uno podría creer y puede convertirse en un grave problema social en los próximos meses si es que se mira para otro lado y no es atendido con la seriedad requerida.
El 25 de enero pasado, la desgracia sobrevino en esta zona del país, tras una fisura a la altura del kilómetro 440 en la tubería del Oleoducto Nor Peruano, que pasa precisamente por el distrito de Imaza, cuya capital es Chiriaco y tiene en su jurisdicción a comunidades awajún como Nazareth y Wachapea, las más golpeadas.
Según los ingenieros de Petroperú en la zona, la fisura fue de 11 centímetros por los que se derramaron entre 3 mil y 3,500 barriles hacia la quebrada del Inayo. Esto fue lo que dijeron a un equipo de América Noticias en la zona a comienzos de semana.
El 5 de febrero, una lluvia torrencial acabó con todo el plan de contingencia de Petroperú, diseminando el petróleo de las lagunas o piscinas de retención sobre toda la quebrada del Inayo y posteriormente sobre el río Chiriaco. La marea negra quedó registrada en imágenes.
El petróleo invadió el río Chiriaco afluente del imponente río Marañón, comenzando la segunda etapa de esta tragedia. Impulsados por Petroperú, los pobladores de las comunidades aledañas al río Chiriaco decidieron recolectar el petróleo del río comprometiendo seriamente su salud. Los niños, en una mezcla de ignorancia y necesidad, también recogieron el crudo.
Entre la serie de cosas que esta semana se han dicho, el Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA) ordenó a Petroperú reemplazar las partes del oleoducto norperuano que se encuentran deterioradas. Eso, sin dejar de lado las cuantiosas multas que se le vienen a la empresa estatal por estos hechos que no son aislados. Ya en el 2014, el derrame en la localidad loretana de Cucuninico debió activar todas las alertas.
Los pobladores de estas zonas de Bagua han enviado una carta al presidente de la República y a los ministros de Salud y del Ambiente exigiendo que sus demandas sean atendidas y que se ayude a la población que se encuentra enferma.
¿Cuánto demorarán sus reclamos en ser escuchados? ¿Esperarán las autoridades que la pampa se caliente como en tantas oportunidades? Que la sangre no llegue al río que bastante tiene ya con el petróleo.