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Adolescentes integran bandas de secuestradores y delincuentes

Cada vez son más los menores de edad que infringen las normas, ya no solo roban y matan, sino que lejos de arrepentirse, utilizan su edad como su arma de defensa.

Insolentes y osados. No solo son delincuentes también son menores de edad. Se saben protegidos por la ley y sacan provecho. Por eso, no dudan en agredir e insultar a la Policía, lo mismo que a la prensa que está prohibida por ley, de publicar su identidad aún cuando se encuentren involucrados como partícipes de una infracción, falta o delito. 

Lo preocupante es que las cifras de menores de edad capturados en bandas se incrementan diariamente en todo el país.

Los adolescentes infractores no solo conocen qué leyes los protegen y cómo deben enfrentar el momento de la captura. Según el psiquiatra del ministerio de Salud, Carlos Bromley, son inteligentes y muy astutos a su conveniencia, capaces de montar escena, llorar sin sentir culpa ni remordimiento con el único propósito de conmover buscando librarse de una sanción.

Para Bromley Coloma, en la medida en que hay niños abandonados a su suerte en las calles, que huyen de hogares violentos o disfuncionales, el riesgo de que puedan relacionarse con delincuentes que les ofrecen dinero a cambio de encargos violentos, es mayor.

Adolescentes sin respeto a la vida, que roban, secuestran y disparan. Ellos son testimonio de este terrible fenómeno social. Según la estadística 2014 sobre la calidad educativa, realizada por el Ministerio de Educación, 14 de cada cien personas, de entre siete y 19 años, no han concluido sus estudios y no están matriculados en ningún colegio. De esta muestra, se estima que la mayoría de adolescentes están en las calles delinquiendo. 

El 23 de septiembre último, entró en vigencia la nueva modificación de la ley del niño y el adolescente, donde las sanciones son más drásticas, pero sin un compromiso del estado que incluya mayor educación, con valores y principios morales, la situación de adolescentes no cambiará. 

Más aún si estos chicos provienen de hogares disfuncionales donde han recibido maltrato e incomprensión o han crecido en un ambiente plagado de drogas y delincuencia. Frente a este modelo, la educación es la única salida.

 

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