El día de ayer, con un acuerdo extrajudicial, James Franco y sus dos socios aceptaron pagar más de dos millones de dólares a un grupo de estudiantes de la escuela teatral fundada por el actor, Studio 4, que lo denunciaron por abuso sexual y fraude.
Según las denunciantes Sarah Tither-Kaplan y Toni Gaal al inscribirse en la academia que Franco encabezaba tanto en Los Ángeles como en Nueva York, se les prometía a los estudiantes que tendrían posibilidades de formar parte de sus proyectos, pero que en la realidad la única audición que les ofrecieron fue con paga adicional y suponía la participación en un taller llamado “Escenas sexuales” en el que “lo que nos hicieron hacer fue desnudarnos, interpretar las escenas sexuales cada vez más explícitas sin quejarnos”, explicaron Tither-Kaplan y Gaal cuando junto con un grupo de compañeras de estudios decidieron dar a conocer la situación y entablar una demanda contra el actor y sus socios.
Aunque Franco sigue negando las acusaciones, aceptó el acuerdo monetario en el que se lee que “las denunciantes plantean temas importantes a discutir y las partes acuerdan en que es una buena oportunidad para tratar el maltrato al que son sometidas las mujeres en Hollywood. Todos están de acuerdo en la necesidad de asegurarse de que nadie en la industria del entretenimiento más allá de su raza, religión, discapacidad, etnia, género u orientación sexual sea discriminado”.
Desde que se conocieron los detalles de la demanda, Franco se alejó de la vida pública y profesional e incluso sus antiguos amigos y colaboradores decidieron no volver a trabajar con él, como Seth Rogen quien explicó hace pocos meses que su vínculo personal había cambiado y que no volverá a trabajar con quien fuera uno de sus compañeros más cercanos desde los 80s.