Los shipibos de Cantagallo
Hace 15 años, más de 200 familias viajaron desde la selva hacia Lima en busca de una mejor vida. Hoy, viven en Cantagallo, un terrero que fue levantado sobre un cementerio de miles de kilos de basura ubicado entre el margen del río Rímac y la vía Evitamiento.
La comunidad shipiba Coniba de la selva se mudó a Lima hace más de una década. Son alrededor de 200 familias que han hecho de la capital su hogar y viven en Cantagallo, sin perder un ápice de sus costumbres, su dialecto y su fuerza para el trabajo.
Llegaron hace 15 años, primordialmente por necesidad. Cambiaron las fuertes corrientes del río Ucayali por el sonido del río Rímac y poco a poco, con todas sus costumbres, se fueron asentando en busca de una mejor calidad de vida.
Huían del terrorismo u simplemente de la indiferencia de los gobiernos. Los niños estudian en un colegio donde aprenden lel dialecto shipibo, mientras que los jóvenes se dedican a trabajos manuales y artesanales.
Desde que llegaron, se organizaron en tres asosiaciones reconocidas por el Estado y lograron que, en el 2007, la gerencia de Desarrollo Urbano de la Municipalidad del Rímac les concediera la posesión del predio de Cantagallo donde podrían reconstruir sus vidas.
Los shipibos ocuparon un terreno de 21 mil metros cuadrados que resultó ser un relleno sanitario. Sus hogares en Lima fueron levantados sobre un cementerio de miles de kilos de basura ubicado entre el margen del río Rímac y la vía Evitamiento.