Oropesa, el pan nuestro de cada día
Lo que hacen aquí es pan, cuerpo de todos los dioses y todo ocurre a solo media hora de Cusco.
El pueblo de este reportaje se llama Oropesa y aquí la noche es el día y los olores hacen de guía bajo la luna.
Además su existencia depende de tres cosas: de que una española los bendiga, que el apu pachatusan no se seque y de que no haya un muerto en agenda. Difícil conjunción, pero los astros parecen alinearse con cada luna para dejarlos vivir y trabajar en paz.
El agua es su primer secreto, baja directamente del Apu Pachatusan hasta el tipón y de ahí llega directamente a Oropesa.
Se amasa la masa con el agua bendita y se deja fermentar por dos horas. Aquí viene el otro prefacio: si alguien en el pueblo va a morir en las próximas horas, la masa no fermentará y el pan no saldrá.
En Oropesa no hay discotecas pero la noche igual es joven. Ya con la masa lista comienza la vertiginosa sinfonía de manos diestras, ingredientes naturales y risas. Todo se trabaja en familia, así ha sido por siglos y así seguirá.
La precisión es su razón de ser: 200 gramos exactos de masa de chuta, sobre 300 de masa blanca. Luego hacen malabares y por último la 'chutadora' da forma al pan y lo decora. lo hacen parecer fácil pero no lo es, desde la colonia han ido perfeccionando su técnica. El pan es parte de su ADN.