Niño en el abismo
El padre se llevó a su hijo a escondidas, lejos de casa, para darle a la madre donde más le duele, para disminuirla y convertirla en un manojo de nervios.
Huber Janampa Chávez usa a su hijo de apenas tres años como un trofeo de guerra, un botín que le sirve para una malsana venganza. La madre del pequeño ya no lo ama. Entonces, el niño, pagará por eso.
El padre se llevó a su hijo a escondidas, lejos de casa, para darle a la madre donde más le duele, para disminuirla y convertirla en un manojo de nervios.
Cada vez que la rabia lo cegaba, Huber Janampa Chávez grababa la voz de miedo de su hijo y se lo enviaba a Talía Rapray Jara, la madre, para dejarla al borde del desequilibrio. Era la factura que debía pagar por dejarlo.
Talía Rapray Jara es una mujer de 20 años que huye. Hace la maleta. Allí adentro van sus recuerdos apretujados: fue madre a los 17 años, el hombre de quien se enamoró, Huber Janampa Chávez, la dejó sola con el vientre abultado. Decía que no estaba preparado para ser padre.
Por alguna razón de dependencia, Talía perdonó el abandono y, al final, se fue a convivir con Huber. Al principio, la llenó de atenciones. Después apareció la mano que golpea, oprime y humilla.
Con una ruptura a cuestas, Talía pensó que podía rehacer su vida junto a su pequeño. Pero era imposible. Huber Janampa Chávez aparecía como una sombra de constante amenaza. La celaba hasta con integrantes de su propia familia.
Entonces, ante cualquier descuido, este sujeto se llevaba al pequeño y, con él, empezaba la manipulación enfermiza a través del teléfono.