18 Enero 2016

La informalidad, un mal nacional que el próximo gobierno deberá derrotar

Tres de cada cuatro trabajadores, el 75 % de un total de casi 17 millones de personas tiene un trabajo precario, sin ningún derecho laboral, seguros ni pensiones.

Cuando no son vendedores ambulantes, pequeñas empresas invaden las avenidas, centros comerciales de peruanos emprendedores que ofrecen de todo para sobrevivir. Pese al crecimiento de los últimos años, el Perú sigue siendo todavía esto, un país tan pujante como informal, chicha. 

El país más informal del continente y uno de los países más informales del mundo. Hay consenso en que es una vergüenza que el 35 % por ciento de nuestro PBI es de origen informal.

Estamos hablando de una clase media emergente e informal protagonizada por las Mypes, que es electoralmente decisiva en esta campaña, que ha formado parte del crecimiento pero cuyos ingresos han crecido tres veces menos que el sector formal generando ciudadanos marginados e insatisfechos que algunos han pasado a llamar, en vez de emprendedores, “triunfadores frustrados”.

Millones de compatriotas para quienes el Estado, lejos de ayudarlos ha sido un verdadero enemigo. Tanto como la inseguridad ciudadana. Por estos días no han sido pocas las pequeñas empresas víctimas de robos.

Dado lo peliagudo del tema, este programa entrevistó a los jefes de planes de gobierno de las cinco principales candidaturas a la presidencia de la República. En este sentido, el único partido tiene una oferta audaz, concreta, de bajar impuestos es Peruanos por el cambio de PPK, quien ofrece tres puntos menos de IGV.

Este tremendo problema de la informalidad no acaba aquí, pues en el plano laboral, las cifras son de espanto: tres de cada cuatro trabajadores, el 75 % de un total de casi 17 millones de personas tiene un trabajo precario, sin ningún derecho laboral, seguros ni pensiones.

Derrotar, al menos disminuir la informalidad, es el gran reto del próximo presidente del Perú, dejar en el pasado, de una buena vez la cultura chicha que prioriza la supervivencia individual por sobre el progreso colectivo. Queda claro que la Sunat será otra, que el sueldo mínimo subirá, y que no se recortarán derechos laborales, por ahora nada más.

 

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