22 Diciembre 2014

Los infiltrados

Se pasaron de bando. Aprovechando sus contactos e influencias, un ex juez y cuatro policías en actividad se integraron a un clan de narcotraficantes que operaba en el VRAEM y que por meses, logró eludir a la autoridades, esto hasta que una operación policial los puso al descubierto. En exclusiva, la operación Balkanes II y la desarticulación de la llamada banda del Mago.

Tras dos años de seguimientos, la policía logró capturar a 18 integrantes de un clan familiar dedicado al narcotráfico. Esta fue la intervención número doce y permitió capturar a los cabecillas de la organización. La misma que sería el principal acopiador de cocaína del cartel de Sinaloa. Pues parte del cargamento de droga que se halló en Trujillo, era de este clan, cuyo símbolo era el delfín.

La operación policial empezó hace dos años cuando en el Callao, la policía seguía el rastro de unos colombianos que enviaban droga desde el primer puerto hasta la península balcánica en Europa fue aquí que empezaron a sospechar del modus operandi desde entonces los agentes antidrogas realizaron hasta 11 intervenciones, hallando droga, armas y capturando a algunos operarios de la organización pero nunca llegaban a los peces gordos. 

Hasta ese momento no se sabía de qué empresa dedicada al narcotráfico se trataba poco a poco, se determinó que esta organización distribuía droga por varias partes del país y sus modalidades eran realmente sorprendentes.

En esta intervención fueron capturados Noel Villaflor, Wilder Domínguez, Gino Méndez y Julio Ferrer: los cuatro según la policía eran integrantes de la banda “Los Sapos”, organización internacional dedicada al narcotráfico de la cual no se sabía nada hasta ese momento, pero dos meses antes, el grupo de inteligencia de la DIRANDRO los había captado saliendo de un hotel junto a otras tres personas. Las imágenes permitieron identificar a los cabecillas de esta organización: se trataba del clan Pérez Melitón.

Prácticamente se habían afincado en las regiones de Huánuco, Pucallpa y Ayacucho, desde hace  diez años y su centro de operaciones era Huipoca. Todos tienen vínculos familiares y comenzaron en el ilegal negocio como acopiadores de coca, luego ampliaron sus horizontes y empezaron a procesar clorhidrato de cocaína. 

Sus nexos se extendieron tanto, que su empresa delictiva no sólo tuvo la cadena productiva de cocaína sino también el transporte aéreo y terrestre y además de tener un laboratorio y armas, comercializaban la droga con mafias internacionales eran el clan más fuerte de la zona.

En los dos años de seguimiento que tuvo la operación Balcanes, la DIRANDRO logró incautar a esta organización casi una tonelada y media de clorhidrato de cocaína más de 300 mil dólares 35 de sus integrantes fueron detenidos y se les incautó armas y  vehículos. También se han destruido sus varias pistas de aterrizaje clandestinas, un trabajo paciente con resultados óptimos que permitió 
acabar con el que para muchos, fue sin duda, el más grande proveedor de cocaína en el país de los últimos tiempos.

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